Los padres de familia saben que la adolescencia es una etapa difícil tanto para ellos como para sus hijos. Los cambios físicos, emocionales y sociales que experimentan los jóvenes pueden generar conflictos, malentendidos y distancia entre padres e hijos. Sin embargo, esto no significa que sea imposible mantener una relación saludable y estable con ellos. Al contrario, es una oportunidad para fortalecer los lazos afectivos y el respeto mutuo.

En este artículo, te ofrecemos algunas estrategias que puedes seguir para acercarte a tus hijos adolescentes y acompañarlos en su proceso de maduración.

Escucha activamente

La comunicación es la base de toda relación humana, y más aún entre padres e hijos. Para comunicarte efectivamente con tus hijos adolescentes, debes escucharlos activamente, es decir, prestar atención a lo que dicen, cómo lo dicen y qué sienten. No se trata de juzgarlos, criticarlos o interrumpirlos, sino de mostrarles que te interesas por ellos y que respetas su opinión.

Escuchar activamente implica también hacer preguntas abiertas, que inviten a la conversación y no a las respuestas monosilábicas. Por ejemplo, en lugar de preguntar “¿Cómo te fue en el colegio?”, puedes preguntar “¿Qué aprendiste hoy en el colegio?” o “¿Qué te gustó más de tu día?“. Así, les das la oportunidad de expresarse y compartir sus experiencias contigo.

Empatiza con ellos

La empatía es la capacidad de ponerse en el lugar del otro y comprender sus sentimientos y necesidades. Para acercarte a tus hijos adolescentes, debes empatizar con ellos y reconocer que están pasando por una etapa de cambios y desafíos. No se trata de minimizar sus problemas o compararlos con los tuyos, sino de validar sus emociones y ofrecerles tu apoyo.

Empatizar con ellos también implica respetar su individualidad y su autonomía. Los adolescentes necesitan tener su propio espacio, sus propios gustos y sus propias decisiones. No puedes pretender que sean una copia de ti o que hagan lo que tú quieres. Debes aceptarlos como son y orientarlos sin imponerles.

Establece límites claros y coherentes

Los límites son las normas y las consecuencias que regulan el comportamiento de los hijos. Los límites son necesarios para que los adolescentes aprendan a convivir en sociedad, a respetar a los demás y a sí mismos, y a asumir responsabilidades. Sin embargo, los límites deben ser claros y coherentes, es decir, deben estar bien definidos, ser conocidos por todos los miembros de la familia y aplicarse de forma consistente.

Los límites deben ser también flexibles y negociables, según la edad, la madurez y las circunstancias de cada hijo. No se trata de ser autoritarios o permisivos, sino de encontrar un equilibrio entre el control y la confianza. Los padres deben dialogar con sus hijos sobre las normas y las consecuencias, escuchar sus puntos de vista y llegar a acuerdos razonables.

Comparte actividades con ellos

Una forma de acercarte a tus hijos adolescentes es compartir actividades con ellos, ya sean recreativas, culturales o educativas. Estas actividades te permiten pasar tiempo de calidad con ellos, conocer sus intereses, fortalecer el vínculo afectivo y divertirte junto a ellos.

Puedes proponerles actividades que les gusten a ambos o que les permitan aprender algo nuevo. Por ejemplo, puedes ir al cine, al museo, al parque, a un concierto, a un taller o a un curso. Lo importante es que disfruten del momento presente y se sientan cómodos y felices.

Problemas más comunes y cómo resolverlos

Algunos de los problemas más comunes que pueden surgir entre padres e hijos adolescentes son:

  • Los conflictos por las tareas domésticas: Los padres pueden sentir que sus hijos no colaboran en casa o que lo hacen de mala gana. Los hijos pueden sentir que sus padres les exigen demasiado o que no valoran su esfuerzo. Para resolver este problema, se puede establecer un horario y una distribución de las tareas, según la disponibilidad y las capacidades de cada uno. También se puede reconocer y agradecer el trabajo de los hijos y ofrecerles incentivos o recompensas.
  • Los desacuerdos por el uso de la tecnología: Los padres pueden preocuparse por el tiempo que sus hijos pasan frente a las pantallas o por los riesgos que implica el uso de internet y las redes sociales. Los hijos pueden sentir que sus padres les invaden su privacidad o que no confían en ellos. Para resolver este problema, se puede establecer un tiempo límite y unas normas de uso de la tecnología, según la edad y la madurez de los hijos. También se puede educar a los hijos sobre los beneficios y los peligros de la tecnología y supervisar su actividad online sin espiarlos.
  • Los roces por las salidas con los amigos: Los padres pueden temer que sus hijos se expongan a situaciones peligrosas o que se alejen de la familia. Los hijos pueden sentir que sus padres les limitan su libertad o que no les entienden. Para resolver este problema, se puede pactar un horario y unas condiciones para las salidas, según la confianza y la responsabilidad de los hijos. También se puede conocer a los amigos de los hijos, mostrar interés por sus planes y ofrecerles alternativas de ocio.

Acercarse a los hijos adolescentes no es una tarea fácil, pero tampoco imposible. Con paciencia, respeto, comunicación y amor, se puede lograr una relación saludable y estable con ellos. Lo importante es estar presentes en su vida, sin invadirlos ni abandonarlos, y acompañarlos en su camino hacia la adultez.