La comunicación es un aspecto fundamental en la relación entre padres e hijos. Sin embargo, muchas veces los padres se sienten frustrados porque sus hijos no les hacen caso, no les prestan atención o les responden de forma desafiante o irrespetuosa. ¿Qué pueden hacer los padres para mejorar la comunicación con sus hijos y lograr que les escuchen?

En este artículo, te vamos a compartir algunas estrategias que puedes aplicar como padre o madre para fomentar una comunicación efectiva con tus hijos, basada en el respeto, la empatía y los límites claros. Estas estrategias están respaldadas por la psicología familiar y la educación a la primera infancia, y te ayudarán a fortalecer el vínculo con tus hijos y a mejorar su comportamiento.

Escucha activamente a tus hijos

El primer paso para que tus hijos te escuchen es escucharlos tú a ellos. La escucha activa implica prestar atención plena a lo que dicen, sin interrumpirlos, sin juzgarlos y sin darles soluciones inmediatas. También implica mostrar interés por lo que sienten, por lo que les preocupa y por lo que les gusta. Cuando escuchas activamente a tus hijos, les demuestras que te importan, que los respetas y que los valoras. Así, ellos se sentirán más motivados a escucharte a ti también.

¿Cómo puedo aplicar esta estrategia? Una forma de practicar la escucha activa es dedicar un tiempo cada día a conversar con tus hijos sobre lo que han hecho, lo que han aprendido o lo que les ha gustado. También puedes aprovechar las situaciones cotidianas, como la hora de la comida o el baño, para preguntarles sobre sus sentimientos, sus opiniones o sus intereses. Cuando tus hijos te hablen, míralos a los ojos, asiente con la cabeza, haz preguntas abiertas y evita distraerte con el móvil o la televisión.

Habla con claridad y sencillez

A veces, los padres usan un lenguaje demasiado complejo, abstracto o ambiguo para comunicarse con sus hijos. Esto puede generar confusión, malentendidos o desinterés en los niños. Por eso, es importante que adaptes tu lenguaje al nivel de desarrollo y comprensión de tus hijos, y que uses palabras y frases simples, concretas y precisas. Por ejemplo, en vez de decir “No me gusta tu actitud”, puedes decir “No me gusta que me grites”. Así, tus hijos sabrán exactamente qué esperas de ellos y qué deben cambiar.

¿Cómo puedo aplicar esta estrategia? Una forma de hablar con claridad y sencillez es usar el método del sándwich para dar instrucciones o correcciones a tus hijos. El método del sándwich consiste en empezar con un elogio o un reconocimiento positivo, seguir con la instrucción o la corrección específica y terminar con otro elogio o reconocimiento positivo. Por ejemplo, puedes decir “Me gusta mucho cómo has ayudado a poner la mesa, pero no me gusta que hayas dejado tu plato sucio en el fregadero. Por favor, lávalo y sécalo. Gracias por ser tan colaborador”.

Usa el refuerzo positivo

El refuerzo positivo consiste en elogiar o premiar a tus hijos cuando hacen algo bien, cuando te obedecen o cuando muestran una conducta deseable. El refuerzo positivo tiene muchos beneficios: aumenta la autoestima de los niños, refuerza su motivación, mejora su relación contigo y reduce la necesidad de castigos. Por eso, es importante que reconozcas los logros y las virtudes de tus hijos, y que les expreses tu orgullo y tu satisfacción. Por ejemplo, puedes decir “Me encanta cómo has ordenado tu habitación” o “Estoy muy orgulloso de cómo has compartido tus juguetes con tu hermano”.

¿Cómo puedo aplicar esta estrategia? Una forma de usar el refuerzo positivo es crear un sistema de recompensas con tus hijos. El sistema de recompensas consiste en establecer una serie de metas u objetivos que quieres que tus hijos cumplan, y asignarles una recompensa adecuada a cada uno. Las recompensas pueden ser materiales, como un juguete o un dulce, o inmateriales, como un abrazo o un paseo. Lo importante es que las recompensas sean proporcionales a las metas, y que se entreguen de forma inmediata y consistente.

Establece límites y consecuencias

Los límites son las normas o reglas que estableces para regular el comportamiento de tus hijos. Los límites son necesarios para que los niños aprendan a respetar la autoridad, a convivir con los demás y a asumir responsabilidades. Sin embargo, los límites deben ser coherentes, razonables y consensuados con tus hijos. Además, deben ir acompañados de consecuencias lógicas y proporcionales al incumplimiento de los límites. Las consecuencias no son castigos, sino las consecuencias naturales o acordadas de las acciones de los niños. Por ejemplo, si tu hijo no hace la tarea, la consecuencia puede ser que no pueda ver la televisión hasta que la termine.

¿Cómo puedo aplicar esta estrategia? Una forma de establecer límites y consecuencias es usar el método del semáforo para regular el comportamiento de tus hijos. El método del semáforo consiste en usar los colores verde, amarillo y rojo para indicar a tus hijos qué conductas son aceptables, cuáles requieren una advertencia y cuáles implican una consecuencia. Por ejemplo, puedes decir “Si te portas bien en el supermercado, te compraré un helado (verde). Si te pones a llorar o a gritar, te daré una oportunidad para que te calmes (amarillo). Si sigues comportándote mal, te llevaré a casa sin helado (rojo)”.

Sé un modelo a seguir

Los niños aprenden más por lo que ven que por lo que oyen. Por eso, es fundamental que seas un modelo a seguir para tus hijos en cuanto a la comunicación. Esto significa que debes hablarles con respeto, con cariño y con honestidad. También significa que debes evitar gritarles, insultarles o amenazarles. Además, debes ser coherente entre lo que dices y lo que haces, y cumplir con tu palabra. Si tú les muestras una buena forma de comunicarte, ellos te imitarán y te escucharán más.

¿Cómo puedo aplicar esta estrategia? Una forma de ser un modelo a seguir es practicar la asertividad con tus hijos. La asertividad es la habilidad de expresar tus opiniones, sentimientos y necesidades de forma clara, respetuosa y firme, sin agredir ni someterse a los demás. Cuando eres asertivo con tus hijos, les enseñas a defender sus derechos, a respetar los de los demás y a resolver los conflictos de forma pacífica. Por ejemplo, puedes decir “Entiendo que quieras jugar más tiempo con la consola, pero ahora es hora de cenar. Puedes terminar la partida que estás jugando y luego apagarla”.

Sofía Ricaurte