La violencia intrafamiliar es una forma de violencia que se ejerce entre los miembros de una familia, ya sea por parte de la pareja, los padres, los hijos u otros parientes. Esta violencia puede ser física, sexual o psicológica y tiene graves consecuencias para la salud y el bienestar de las víctimas, especialmente de los niños y las niñas que la presencian o la sufren.

Cuando los padres que viven en pareja presentan alguna diferencia de opinión deben evitar a toda costa discutir y agredirse física y verbalmente frente a los niños, deben hallar en el diálogo la herramienta para solucionar sus problemas, ya que los niños que presencian este tipo de comportamiento de sus padres pueden verse afectados emocionalmente por la situación.

Los niños que crecen en un ambiente violento pueden desarrollar problemas de autoestima, ansiedad, depresión, estrés postraumático, dificultades de aprendizaje, conductas agresivas o sumisas, aislamiento social, entre otros. Además, pueden reproducir los patrones de violencia que observan en sus relaciones futuras, perpetuando así el ciclo de la violencia.

Según el Instituto Nacional de Salud de Colombia, en el año 2020 se reportaron 83.271 casos de violencia intrafamiliar en el país, de los cuales el 86% fueron contra mujeres y el 14% contra hombres. De estos casos, el 28% fueron violencia de pareja y el 72% violencia entre otros familiares. Dentro de este último grupo, el 40% fueron casos de violencia contra niños, niñas y adolescentes.

En Latinoamérica, la situación no es muy diferente. Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en el año 2019 se registraron 4.640 feminicidios en la región, lo que equivale a un promedio de 12 mujeres asesinadas al día por razones de género. Además, se estima que el 30% de las mujeres han sufrido violencia física o sexual por parte de su pareja y que el 10% han sufrido violencia sexual por parte de otras personas.

La violencia intrafamiliar es una problemática que debe tratarse y solventarse desde la raíz, con acciones de prevención, atención y sanción que involucren a todos los sectores de la sociedad. Es necesario promover una cultura de paz y respeto en el hogar, educar a los niños y las niñas en valores como la igualdad, la tolerancia y la no violencia, fortalecer las redes de apoyo familiar y comunitario, brindar servicios integrales y accesibles a las víctimas y garantizar la justicia y la reparación a las mismas.

Si eres víctima o testigo de violencia intrafamiliar, no te quedes callado. Busca ayuda profesional o llama a las líneas gratuitas disponibles en tu país. Recuerda que no estás solo y que tienes derecho a vivir una vida libre de violencia.

¿Cómo puedo prevenir la violencia en mi hogar?

La violencia en el hogar es una realidad que afecta a muchas familias en Colombia y en Latinoamérica. Se trata de cualquier forma de maltrato físico, sexual o psicológico que se ejerce entre los miembros de una familia, ya sea por parte de la pareja, los padres, los hijos u otros parientes.

La violencia en el hogar tiene graves consecuencias para la salud y el bienestar de las personas que la sufren o la presencian, especialmente de los niños y las niñas, que pueden desarrollar problemas emocionales, sociales y educativos. Además, la violencia en el hogar puede generar un ciclo de violencia que se repite de generación en generación.

Prevenir la violencia en el hogar es posible y necesario. Para ello, se requiere de un compromiso personal y colectivo de respetar los derechos humanos y la dignidad de todas las personas, así como de promover una cultura de paz y convivencia en el ámbito familiar.

Algunas acciones que puedes realizar para prevenir la violencia en tu hogar son:

  • Reconocer y expresar tus emociones de forma positiva y constructiva. Evita reprimir o descargar tu ira, frustración o estrés con las personas que conviven contigo. Busca formas saludables de manejar tus sentimientos, como hacer ejercicio, meditar, escuchar música o hablar con alguien de confianza.
  • Comunicarte con tu pareja y tu familia de forma asertiva y respetuosa. Escucha activamente lo que te dicen, expresa tus opiniones y necesidades sin imponerlas ni ofenderlas, busca soluciones conjuntas a los problemas que se presenten y respeta los acuerdos que establezcan.
  • Fomentar el afecto y el apoyo mutuo entre los miembros de tu familia. Demuestra tu amor y tu interés por el bienestar de tu pareja y tus hijos con palabras, gestos y acciones. Reconoce sus logros, valora sus esfuerzos, respeta sus gustos y preferencias, comparte tiempo de calidad con ellos y bríndales ayuda cuando la necesiten.
  • Educar a tus hijos e hijas en valores como la igualdad, la tolerancia y la no violencia. Enséñales a respetar sus derechos y los de los demás, a expresar sus emociones sin agredir ni lastimar, a resolver los conflictos de forma pacífica y a rechazar cualquier forma de violencia. Sé un ejemplo para ellos con tu actitud y tu comportamiento.
  • Buscar ayuda profesional si sientes que no puedes controlar tu impulsividad o si eres víctima o testigo de violencia en tu hogar. No te sientas culpable ni avergonzado por pedir ayuda. Existen servicios especializados que pueden orientarte y apoyarte para superar esta situación. Recuerda que no estás solo y que tienes derecho a vivir una vida libre de violencia.

¿Cómo puedo manejar mis emociones de forma saludable?

Las emociones son reacciones naturales que experimentamos ante diferentes situaciones de la vida. Algunas emociones son positivas, como la alegría, el amor o la gratitud, y otras son negativas, como la tristeza, el miedo o la ira. Todas las emociones son importantes y tienen una función adaptativa, pero algunas pueden ser más difíciles de manejar que otras.

Manejar nuestras emociones de forma saludable significa reconocerlas, aceptarlas, expresarlas y regularlas adecuadamente, sin reprimirlas ni dejar que nos dominen. Un buen manejo emocional nos ayuda a mejorar nuestra salud física y mental, nuestra autoestima, nuestras relaciones personales y nuestro rendimiento en el trabajo o en el estudio.

Algunas estrategias que podemos utilizar para manejar nuestras emociones de forma saludable son:

  • Identificar qué emoción estamos sintiendo y qué la ha provocado. Podemos ponerle un nombre a nuestra emoción y reflexionar sobre las causas que la han generado. Por ejemplo, podemos decir: “Estoy triste porque extraño a mi familia” o “Estoy enojado porque me han tratado injustamente”.
  • Aceptar nuestra emoción sin juzgarla ni negarla. Podemos reconocer que nuestra emoción es válida y que tiene un sentido, sin sentirnos culpables ni avergonzados por ella. Podemos decirnos a nosotros mismos: “Está bien que me sienta así” o “Tengo derecho a sentir lo que siento”.
  • Expresar nuestra emoción de forma adecuada y constructiva. Podemos buscar una forma de liberar nuestra emoción sin dañarnos a nosotros mismos ni a los demás. Podemos hablar con alguien de confianza sobre lo que nos pasa, escribir un diario, dibujar, llorar o gritar en un lugar seguro.
  • Regular nuestra emoción para reducir su intensidad y duración. Podemos utilizar técnicas de relajación, respiración o meditación para calmar nuestro cuerpo y nuestra mente. Podemos también distraernos con actividades que nos gusten o nos hagan bien, como leer, escuchar música, hacer ejercicio o ver una película.
  • Aprender de nuestra emoción para prevenir o afrontar mejor situaciones similares en el futuro. Podemos analizar qué hemos aprendido de nuestra experiencia emocional y qué podemos hacer para evitar que se repita o para manejarla mejor la próxima vez. Podemos también buscar ayuda profesional si sentimos que no podemos controlar nuestras emociones o si estas nos causan mucho sufrimiento.

La prevención de la violencia en el hogar y el manejo saludable de las emociones son aspectos fundamentales para promover un ambiente familiar seguro, saludable y amoroso. Reconocer y abordar las emociones de manera adecuada, comunicarse de forma respetuosa y buscar ayuda profesional cuando sea necesario son pasos clave para construir relaciones familiares positivas y prevenir situaciones de violencia. Promover una cultura de paz, igualdad y no violencia en el hogar no solo beneficia a los miembros actuales de la familia, sino que también sienta las bases para un futuro más armonioso y respetuoso para las generaciones venideras. Recordemos que todos merecen vivir en un entorno donde se respeten sus derechos y se fomente su bienestar emocional y físico.


Violencia doméstica, divorcio y adaptación psicológica

De la disarmonía familiar al desarrollo de los hijos.