¿Por qué es tan importante el agua para los niños?

El agua cumple varias funciones esenciales en el organismo, como regular la temperatura corporal, transportar nutrientes y oxígeno a las células, eliminar desechos y toxinas, lubricar las articulaciones y los ojos, y proteger los tejidos y órganos. Además, el agua contribuye a la hidratación de la piel, el cabello y las uñas, y mejora la digestión y el tránsito intestinal.

Los niños tienen una mayor proporción de agua en su cuerpo que los adultos, por lo que necesitan beber más agua para reponer las pérdidas que se producen por el sudor, la orina y la respiración. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los niños de:

  • 1 a 3 años deben consumir alrededor de 1,3 litros de agua al día
  • los de 4 a 8 años unos 1,7 litros
  • y los de 9 a 13 años entre 2,1 y 2,4 litros

Estas cantidades pueden variar según el clima, la actividad física y el estado de salud de cada niño.

¿Qué tipo de agua deben beber los niños?

Lo ideal es que los niños beban agua natural, sin azúcar ni aditivos, ya que es la forma más pura y saludable de hidratarse. Las bebidas saborizadas y los jugos no son necesariamente malos si se consumen con moderación, pero no deben sustituir al agua como fuente principal de hidratación. Estas bebidas suelen contener azúcar, colorantes, conservantes y otros ingredientes que pueden perjudicar el desarrollo de los niños si se ingieren en exceso. Por ejemplo, el azúcar puede provocar caries, obesidad y diabetes; los colorantes pueden causar alergias e hiperactividad; y los conservantes pueden alterar el equilibrio de la flora intestinal.

¿Cómo motivar a los niños a beber más agua?

A muchos niños les cuesta beber suficiente agua porque no les gusta su sabor o porque prefieren otras bebidas más dulces o llamativas. Para motivarlos a beber más agua, se pueden seguir algunas estrategias como:

  • Ofrecerles agua con frecuencia, especialmente cuando hagan ejercicio o cuando haga calor.
  • Tener siempre una botella o un vaso de agua a su alcance, en casa, en el colegio o cuando salgan.
  • Darles el ejemplo bebiendo agua delante de ellos y explicándoles sus beneficios.
  • Añadirle un poco de sabor al agua con rodajas de fruta, hierbas aromáticas o zumo natural.
  • Usar vasos o botellas divertidas, con colores, dibujos o formas que les gusten.
  • Hacer juegos o retos relacionados con el consumo de agua, como ver quién bebe más o medir cuánta agua han bebido al día.

¿Qué enfermedades pueden prevenirse con el consumo de agua?

Beber suficiente agua puede ayudar a prevenir o aliviar varias enfermedades comunes en los niños, como:

  • Deshidratación: se produce cuando el cuerpo pierde más líquido del que recibe. Puede causar síntomas como sed, sequedad de boca, piel y ojos, cansancio, mareos, dolor de cabeza y disminución del volumen de orina. La deshidratación puede ser leve o grave, dependiendo del grado de pérdida de líquido. Para evitarla, se debe ofrecer agua a los niños con frecuencia, especialmente si tienen fiebre, diarrea o vómitos.
  • Estreñimiento: se define como la dificultad o la escasa frecuencia para evacuar las heces. Puede provocar molestias abdominales, gases, hinchazón y dolor al defecar. El estreñimiento puede deberse a una dieta pobre en fibra, a una falta de ejercicio o a una ingesta insuficiente de agua. Para prevenirlo o tratarlo, se debe aumentar el consumo de alimentos ricos en fibra (como frutas, verduras y cereales integrales) y de agua.
  • Infecciones urinarias: son aquellas que afectan al sistema urinario (riñones, uréteres, vejiga o uretra). Pueden causar síntomas como dolor o ardor al orinar, necesidad frecuente o urgente de orinar, orina turbia o con mal olor, fiebre o dolor en la espalda o el abdomen. Las infecciones urinarias pueden ser causadas por bacterias que entran en el tracto urinario desde el exterior o por una mala higiene íntima. Para prevenirlas o curarlas, se debe beber mucha agua para favorecer la eliminación de las bacterias por la orina y mantener una buena higiene íntima.
  • Cálculos renales: son masas sólidas que se forman en los riñones a partir de sustancias que se encuentran en la orina, como el calcio, el oxalato o el ácido úrico. Pueden causar síntomas como dolor intenso en el costado, sangre en la orina, náuseas o vómitos. Los cálculos renales pueden ser provocados por una dieta rica en proteínas, sal o azúcar, por una falta de calcio o por una escasa ingesta de agua. Para prevenirlos o disolverlos, se debe beber mucha agua para diluir la orina y evitar la formación de cristales y reducir el consumo de alimentos que favorecen la formación de cálculos, como los lácteos, las espinacas, el chocolate o el té.

El agua es un elemento imprescindible para la vida y para el bienestar de los niños. Por eso, es importante que los padres se aseguren de que sus hijos beban suficiente agua cada día y que les enseñen hábitos saludables desde pequeños. Así, contribuirán a su desarrollo físico e intelectual y a su prevención de enfermedades.