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Dibujo para colorear
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Cuento: El Pueblo Encantado
Había una vez una niña llamada Ana, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de terrenos áridos y con pocas lluvias. A pesar de esto, a Ana le encantaban las plantas y la vegetación, y siempre estaba buscando formas de cuidarlas y protegerlas. En su pequeño jardín, Ana tenía plantas de diferentes tipos y colores, desde cactus hasta flores y pequeños árboles frutales.
A pesar de que el clima era inclemente la mayor parte del año para las plantas, los padres de Ana hacían todo lo posible por apoyar su pasión. Compraban un galón de agua todos los días para que pudiera regar sus plantas con la frecuencia necesaria para mantenerlas sanas y vivas. Ana siempre estaba muy agradecida por el sacrificio que sus padres hacían al pagar por el agua, ya que, debido al abrasador sol y las tierras desérticas, este líquido era muy preciado y costoso en el pueblo. Por lo tanto, Ana se prometió a sí misma cuidar de sus plantas con mucho amor, Además como una forma de agradecimiento hacia sus padres siempre fue la primera en clase y se convirtió en una alumna ejemplar en todas sus materias gracias a su dedicación.
Un día, en la escuela, Ana conoció a una nueva compañera llamada Mar. Al principio, ambas niñas eran tímidas, pero pronto se dieron cuenta de que compartían la misma pasión por la naturaleza y las plantas. Con el tiempo, Ana y Mar se volvieron inseparables e incluso Mar visitaba constantemente a Ana para apreciar la belleza de su jardín, admirar los colores de las flores, disfrutar de sus aromas y, cuando era posible, comer los frutos de los pequeños árboles. De esta forma, ambas compartían momentos únicos y especiales.
Un día, las dos niñas tuvieron que hacer un trabajo en equipo para la escuela, y lo hicieron en casa de Mar. Fue allí donde Ana descubrió que su amiga tenía muy poca agua potable en casa para ella y su familia. La madre de Mar estaba muy enferma porque no bebía suficiente agua para mantenerse saludable, y no podía trabajar debido a su enfermedad. La familia de Mar era pobre y no podía permitirse comprar suficiente agua para satisfacer sus necesidades diarias.
Ana no podía soportar ver a su amiga y su familia sufrir así. A pesar de saber que el agua era muy escasa en el pueblo, decidió tomar una difícil decisión: empezaría en la escuela a regalarle a Mar el agua que sus padres le daban todos los días, para que ella y su familia pudieran sobrevivir al verano.
Sin embargo, esta decisión tuvo un costo muy alto. Al no poder regar sus plantas con la frecuencia necesaria, la mayoría de ellas murieron y su jardín, una vez hermoso y floreciente, ahora se veía desolado y sin vida. Pero a Ana no le importaba. Sabía que su amistad con Mar y su deseo de ayudar a su familia eran más importantes.
Semanas después, Ana vio morir a su última planta. Triste y desconsolada, se quedó llorando al lado de ella. Pero de repente, algo inesperado ocurrió. Una de sus lágrimas cayó sobre la tierra de la planta y, como por arte de magia, la planta empezó a revivir y a florecer de nuevo. Entonces, de una de las flores, apareció una hermosa ninfa llamada Damona.
Damona consoló a Ana, diciéndole que había sido una niña maravillosa al cuidar de su amiga Mar y su familia con tanta dedicación y amor. Ana se sintió muy agradecida por sus palabras. Y como recompensa por su sacrificio, Damona le ofreció concederle un deseo. Ana pidió algo que ella sabía que era muy importante para todos en su pueblo.
La ninfa, con un gesto amable, sonrió y dijo:
— ¡Ana, lo que anhela tu corazón realidad se hará!
— ¡Y así como de tu ser brota bondad del cielo el agua caerá!
— ¡Y de tono verde brillante la vida nuevamente florecerá!
Ana se asombró por lo sucedido y se secó las lágrimas con las manos. Por un instante, perdió de vista a la hermosa y pequeña ninfa que desapareció con el sonido de la brisa. Después de unos días, Ana notó que algo estaba cambiando en el clima. Las nubes se estaban acumulando en el cielo y el aire se sentía más fresco y húmedo. Poco a poco, la lluvia comenzó a caer en el pueblo.
Y no era una lluvia cualquiera, era una lluvia abundante y constante que no se detenía durante días. Los habitantes del pueblo se sorprendieron al ver la tierra que antes estaba seca y árida, ahora estaba verde y exuberante. Las plantas y los árboles comenzaron a crecer de manera espectacular, los yermos florecieron y en todas partes aparecían pájaros y animales para disfrutar de la naturaleza y llenar aún más de vida el lugar.
El agua que antes era un recurso escaso ahora fluía en abundancia en un río que había nacido cerca del pueblo. Los habitantes se dieron cuenta de que todo esto había sido gracias al deseo mágico de Ana en recompensa por la ayuda que le había ofrecido a su amiga Mar. La historia se difundió rápidamente por todo el pueblo y se decidió que el río sería llamado “Mariana”, en honor a las dos niñas que habían logrado traer la lluvia y la vida de vuelta al pueblo.
Ana y Mar estaban muy felices de haber hecho algo bueno por su pueblo y de haber ayudado a la naturaleza. Ahora, todos podían disfrutar de la belleza del lugar y los habitantes del pueblo entendieron la importancia de cuidar el medio ambiente y de ser amables y solidarios con los demás. La historia de Ana, Mar y la ninfa Damona se convirtió en una leyenda que se contaba de generación en generación a los niños del pueblo, como una muestra del poder de la bondad y el amor por la naturaleza.
Moraleja:
La importancia de la bondad, la solidaridad y el cuidado del medio ambiente. Ana y Mar demuestran cómo un acto de amabilidad puede tener un gran impacto en la naturaleza y en la comunidad en general. Además, la historia enfatiza la conexión entre los seres humanos y la naturaleza, y cómo nuestras acciones pueden afectar directamente a nuestro entorno. La leyenda de Ana, Mar y la ninfa Damona sirve como un recordatorio para ser conscientes de nuestras acciones y para tratar de hacer el bien en el mundo.
Datos adicionales
Autor: Original de Mi libro de cuentos
Edades: Recomendo a partir de 2 años
Valores principales: La amistad, la bondad, la solidaridad y el respeto por la naturaleza
