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Dibujo para colorear
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El cuento: La magia de las luciérnagas
Había una vez un niño llamado Tomás que tenía cinco años y había pasado la mayor parte de su vida en un hospital. Sufría de cáncer y tenía que someterse a tratamientos largos y dolorosos. Debido a su enfermedad, no conocía a muchos niños de su edad y se sentía muy solo a veces a pesar de que sus padres hacían todo lo posible por acompañarlo día y noche, aunque algunos días simplemente ellos no podían. Pero había una persona en el hospital que siempre estaba allí para él: una viejecita llamada Clara.
Clara también vivía en el hospital, pero no por la misma enfermedad. Era muy mayor y había perdido la memoria, por lo que no podía vivir sola. Pero a pesar de su condición, era una persona muy sabia y cariñosa, y siempre estaba dispuesta a pasar tiempo con Tomás. Le enseñaba cosas de la vida, le contaba historias y le mostraba cómo ver el mundo de una manera diferente.
Un día cuando las luces se apagaron, mientras Tomás observaba las estrellas desde su ventana como era habitual, Clara le regaló un libro sobre el espacio. Tomás estaba fascinado por el libro. El libro estaba lleno de muchas ilustraciones coloridas que contaba historias de astronautas que viajaban por el espacio. Tomás pasó muchas horas leyéndolo y aprendiendo sobre los extraños planetas y nuevos mundos a la luz de luna y de su lampara en forma de nave espacial. Tomás lo leyó una y otra vez, soñando con algún día curarse y poder viajar por el espacio para tocar las estrellas.
A medida que pasaban los días, Tomás se sentía más y más débil. A veces se desanimaba y se preguntaba si algún día se recuperaría y podría hacer realidad su sueño de convertirse en astronauta. Pero Clara nunca dejaba de animarlo, y siempre le recordaba que tenía que seguir luchando.
A pesar de todos los tratamientos y cuidados que recibía Tomás, su salud no mejoraba. Los doctores habían aconsejado a sus padres que le dieran un día lleno de felicidad al niño, para que pudiera disfrutar de la vida mientras todavía pudiera. Con ese fin, sus padres compraron un disfraz de astronauta y lo llevaron al jardín botánico de la ciudad en una noche estrellada.
Tomás estaba emocionado al vestirse con su traje de astronauta, y aunque estaba cansado y débil, se esforzó por mantenerse fuerte y disfrutar del momento. A medida que avanzaban por el jardín, el niño se encontró corriendo por un valle, y mientras lo hacía, notó que algo mágico estaba sucediendo. Las luciérnagas comenzaron a despertarse, creando un espectáculo de luz y color que dejó a Tomás sin aliento y a sus padres emocionados al verlo reír y saltar de forma enérgica.
Tomás con su imaginación y su amor por el espacio creyó que las luciérnagas eran estrellas del cielo, y por unos instantes, se olvidó del dolor y la enfermedad. Se sumergió en el momento, y soñando despierto imagino que había cumplido su sueño de convertirse en astronauta y tocar las estrellas. Fue un momento mágico e inolvidable para Tomás, uno que nunca olvidaría.
A medida que regresaban al hospital, Tomás se aferraba a ese recuerdo, sintiéndose lleno de vida y felicidad. Sabía que la vida en el hospital era difícil, pero ahora tenía algo más por lo que luchar y soñar. Aquella noche bajo las estrellas había sido algo mágico para él, había encontrado un rayo de esperanza y felicidad algo nada habitual hasta ese momento en su vida.
Cuando regresaron al hospital, era demasiado tarde para que Tomas pudiera contarle a su amiga Clara sobre su aventura. Así que se durmió con la promesa de hacerlo al día siguiente. Desafortunadamente, esa misma noche, los padres de Tomas recibieron la triste noticia de que su hijo había perdido la batalla contra la enfermedad. Fue un golpe devastador para todos los que lo conocían, especialmente para Clara, quien había perdido a un amigo muy especial.
Días después en el hogar de Tomás, sus padres trataban de sobrellevar la situación lo mejor que podían. La casa se sentía aún más vacía sin su hijo. Mientras el Padre se duchaba, La madre decidió ir a la habitación de Tomás, para dejar la lámpara de nave espacial que él tenía en su habitación del hospital. Por un momento el sentimiento la sobrecogió y le falto el aire, asi que, abrió la puerta que llevaba al balcón para tratar de recuperar el aliento y poder pasar el nudo en la garganta que no la dejaba respirar.
En ese instante, la madre notó a una luciérnaga que se posó en sus manos. La luz tenue de la luciérnaga iluminaba su rostro y su corazón se llenó de una extraña tranquilidad. La luciérnaga luego desapareció en la noche, confundiéndose con las estrellas. La madre de Tomás sintió que su hijo ahora estaba en un lugar mejor, en su lugar soñado, tocando las estrellas y explorando el universo.
Moraleja:
Los sueños pueden darnos la fuerza y la esperanza para seguir adelante, incluso en situaciones difíciles. La vida es preciosa y debemos valorar cada momento y oportunidad que se nos presente.
Datos adicionales
Autor: Original de Mi libro de cuentos
Edades: Recomendo a partir de 5 años
Valores principales: La amistad, el amor de los padres, la fuerza y la esperanza