Muchos padres se sienten frustrados y agobiados cuando sus hijos se comportan de manera traviesa, desobediente o rebelde. Sin embargo, detrás de esas conductas hay razones subyacentes que los padres deben comprender y entender para orientar adecuadamente la energía y el potencial de los niños.

Los niños son seres curiosos, creativos y expresivos por naturaleza. Muchas veces, no saben cómo comunicar sus sentimientos, pensamientos y emociones de forma adecuada, y recurren a acciones que los adultos pueden interpretar como maldades, travesuras o rebeldía. Pero en realidad, al comprender qué causa esos comportamientos, podemos encaminar adecuadamente su actuar sin entrar o caer en el castigo, el regaño o la limitación de su identidad.

Algunas estrategias que pueden ayudar a los padres a lidiar con los niños traviesos son:

Por ejemplo, si un niño raya las paredes, puede que lo haga porque le gusta dibujar y no tiene otro espacio para hacerlo. En lugar de castigarlo por hacerlo, podemos empapelar las paredes para crear un entorno donde él pueda expresar y jugar con su sentido artístico sin limitarlo, o comprarle un set de pintura para que dibuje cuadros o coloree.

O si un niño hace mucho ruido y no se está quieto en casa, puede que lo haga porque tiene mucha energía y necesita moverse. En lugar de reprimirlo por hacerlo, podemos llevarlo a explorar algún deporte de alta intensidad que le permita exprimir su energía física y encontrar alguna disciplina que le guste.

O si un niño solo se la pasa viendo televisión y no quiere ayudar con los quehaceres de la casa, puede que lo haga porque se siente aburrido o desmotivado. En lugar de obligarlo a hacerlo, podemos llevarlo a realizar actividades al aire libre que le resulten divertidas e interesantes, o darle una rutina de obligaciones que debe cumplir para disfrutar de un tiempo de ocio en pantalla.

Estas son solo algunas ideas que dependen de la dinámica familiar y de las características de cada niño. Lo importante es corregir el comportamiento de nuestros hijos con amor, comprensión y respeto, sin recurrir a la violencia física o verbal, ni a la humillación o el chantaje.

¿Por qué mi hijo es tan travieso?

Antes de enfadarte o desesperarte, debes saber que detrás de esas conductas hay razones subyacentes que debes comprender y entender. Los niños son seres curiosos, creativos y expresivos, aveces ellos recurren a acciones que los adultos pueden interpretar como maldades, travesuras o rebeldía.

Los niños son muy traviesos en periodo de vacaciones cuando los padres están más presentes y conscientes del comportamiento de sus hijos. Puede parecer que en esta época ese tipo de comportamientos se exacerban, pero lo cierto es que los niños suelen actuar así por su curiosidad innata y su falta de experiencia. Debemos entender que ellos no miden las consecuencias de sus actos, y que necesitan nuestra guía y apoyo para aprender a regularse y a convivir con los demás.

  • Busca la causa del comportamiento. Trata de averiguar qué hay detrás de la travesura de tu hijo. Puede que lo haga porque le gusta dibujar y no tiene otro espacio para hacerlo, porque tiene mucha energía y necesita moverse, porque se siente aburrido o desmotivado, o porque quiere llamar tu atención o expresar algún malestar.
  • Busca una solución positiva y constructiva. En lugar de castigar, reprimir o obligar a tu hijo por su comportamiento, busca una forma de corregirlo que sea respetuosa con sus necesidades e intereses.
  • Corrige con amor, comprensión y respeto. No recurras a la violencia física o verbal, ni a la humillación o el chantaje para corregir a tu hijo. Estas actitudes solo generan más conflicto, resentimiento y baja autoestima. En cambio, usa un tono firme pero cariñoso, explica las consecuencias de sus actos, reconoce sus logros y fortalezas, y muéstrale tu apoyo y confianza.

Así que la próxima vez que tu hijo haga una travesura, no te enfades ni te desesperes. Trata de averiguar qué hay detrás de esa conducta, y busca una forma positiva y constructiva de corregirla. Verás cómo tu relación con él mejora, y cómo él se siente más feliz y seguro de sí mismo.

Estas ideas dependen de la dinámica familiar y de las características de cada niño, pero lo ideal es corregir el comportamiento de nuestros hijos con amor, paciencia y comprensión, sin recurrir a la violencia física o verbal.


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