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Dibujo para colorear
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El cuento: Simón el pollito rebelde
En una granja, cerca de un extenso bosque, vivía Martha, una gallina joven, en su pequeña casa de madera. Sus vecinas gallinas vivían cerca, y todas ellas ya habían puesto huevos y tenían pollitos; incluso algunos de ellos habían crecido tanto que ya eran gallos fuertes y grandes.
Pero Martha aún no había puesto su primer huevo. A pesar de que esto no la preocupaba, Martha trabajaba recogiendo semillas en los prados cercanos a su casa y las guardaba en un hermoso bolso que había heredado de su madre.
La madre de Martha, una espléndida gallina, había trabajado toda su vida y había ayudado a construir la casa en la que Martha vivía actualmente. Poco antes de su partida, le dijo a su pequeña hijita que en su familia solo se podía incubar un huevo y que de ese huevo nacería un pollito, que sería la única descendencia de la familia.
El tiempo pasó y un día, mientras Martha la gallina preparaba la sopa, sintió la necesidad de anidar. Mientras lo hacía, sabía que estaba a punto de poner un huevo. Siendo su primera vez, estaba muy nerviosa, pero no tardó mucho en darse cuenta de que debajo de sus alas y plumas yacía su huevo, al cual Martha acogió con amor y abrigo.
Pasaron días y noches en los que Martha cuidaba de su huevo para mantenerlo caliente en su nido. Algunas de sus vecinas gallinas fueron a visitarla para felicitarla, además de llevarle espléndidos regalos. Sin embargo, la reunión se vio interrumpida por el comentario desafortunado de una de ellas, que dijo:
— He oído que otras gallinas y gallos de la comunidad han visto merodear a un lobo gris cerca del bosque.
Martha escuchó atentamente y mientras todos en la reunión tenían caras de sorpresa y temor, otra gallina afirmó:
— Se dice que secuestra gallinas, las lleva al bosque y nunca vuelven. Hace un par de días desapareció Florencia, la gallina tejedora que hacía abrigos para todos.
La reunión culmino, pero Martha asustada por estar ella sola en casa y más por que dicha casa estaba alejada de las demás debido a los grandes prados que la rodeaban, empezó a salir solo de día, a estar más atenta y resguardarse antes del anochecer. Fue asi hasta que nació su pequeño pollito al que dio el nombre de Simón.
Pasadas unas semanas Simón había crecido rápido y cada día era más curioso, su madre trataba de cuidarlo y protegerlo todo el tiempo, pero Simón en su afán de querer investigar y descubrirlo todo a veces hacia oídos sordos a su mamá, quien se enojaba con él por ser tan rebelde, era fácil escucharla decir cosas como:
— “Simón no hagas eso”, “Simón suelta eso”, “Simón ven para acá”, “Simón compórtate” …
Un día mientras Martha estaba recogiendo semillas y Simón la acompañaba, el decidió ayudar a su madre, Se alejo un poco y trajo unos frutos rojos en su pico de un gran arbusto, pero su madre enojada cuando lo vio regresar lo regaño de inmediato diciéndole:
— ¡Simón porque te alejaste de mí! debes tener cuidado, además esos frutos no son comestibles, producen un profundo sueño del que tardas en despertar días. Tomo los frutos y los guardo en su bolso mientras continuo ¡Ya deja de hacer picardías y quédate aquí conmigo!
Pero Simón respondió en tono exaltado:
— ¡Deja de controlarme! no me dejas hacer nada, quiero explorar el mundo y siempre me lo impides- Y salió corriendo hacia la casa, mientras se preguntaba porque su madre se preocupaba tanto.
Martha sabía que las intenciones de su hijo eran buenas, pero él no comprendía el riesgo que cometía al exponerse asi, más cuando aún seguía siendo un pollito. Entonces ella decidió buscar unas ricas fresas en el prado para llevarle de cenar y con ello tener una mejor conversación con él y poder explicarle todo.
Cuando llego la noche Martha no había regresado a casa y Simón empezaba a sospechar que algo le había pasado por que no era normal que ella no estuviera de regreso antes de la puesta de sol, entonces la espero por horas y horas despierto, pero al llegar la nueva mañana decidido se acercó a las casas de los vecinos a preguntar si sabían algo de ella.
Recorrido casa por casa preguntando y todos ellos respondían lo mismo: No la hemos visto.
Simón con gran tristeza por cada negativa, seguía aferrado a su fe de poder encontrarla, reconciliarse con ella y pedirle perdón por ser tan travieso, si no le hubiera desobedecido al dejarla sola seguro su madre estaría con él en este momento.
Entonces mientras caminaba por el pueblo, vio un cartel que decía:
— ¡Cuidado con el lobo gris, asecha a las gallinas cerca al bosque y las lleva a su guarida!
Inmediatamente Simón dedujo que su madre había sido raptada por el lobo, también comprendió el por qué ella lo cuidaba tanto al punto de sobreprotegerlo. Entonces volvió a la casa de sus vecinos a pedir ayuda para rescatar a su madre de las garras del lobo, pero tanto gallinas como gallos se negaron a hacerlo, explicándole que el lobo era feroz y que seguro podía hacerle daño a cualquiera de ellos al atreverse a retarlo, que nadie que hubiera ido a su guarida ha vuelto con vida.
Simón afronto su realidad, se dijo a sí mismo:
— Nadie me va a ayudar, pero yo a pesar de mi tamaño soy un pollito valiente y muy inteligente. No tengo a nadie, solo a mi madre y no dejare que el lobo me la arrebate. – Y se adentró en el bosque el solo.
Caminó durante horas en lo más profundo y oscuro del bosque hasta que llegó a la madriguera del lobo, guiado por su instinto y amor por su madre. Esperó paciente detrás de unas piedras y observó atentamente. Notó que el lobo salía un par de minutos, daba una vuelta por los alrededores y después de un tiempo regresaba y volvía a entrar. Entonces, hizo un plan.
En una de las salidas del lobo, mientras se alejaba de la entrada, el pollito corrió hacia la madriguera y, haciendo poco ruido para no alertarlo, se adentró y empezó a buscar. No tardó mucho en encontrar a su madre, Martha. Ella estaba dentro de una jaula en la cocina del lobo. La jaula tenía un enrejado grueso y su madre no podía salir. Sin embargo, debido a su pequeño tamaño él sí podía entrar por uno de los agujeros entre las rejas.
Martha abrazó a su hijo con alegría y asombro, pero aún asi seguía temerosa de que regresara el lobo. Ella le explicó que el lobo tenía la llave de la jaula colgada en su cuello y que sería imposible arrebatársela. Entonces, Simón pensó por un momento y le dijo:
— Debes confiar en mí, madre. Tal vez soy solo un pollito, pero he aprendido mucho de este mundo y creo que podré salvarnos si haces lo que yo te digo.
Simón vio que su madre seguía teniendo el bolso de la abuela, donde guardaba las semillas, y notó que dentro aún estaban los frutos rojos. Entonces, los juntó, salió de la jaula y los dejó en un plato sobre la mesa. Rápidamente regresó y se ocultó bajo el ala de su madre.
A los pocos minutos, el lobo regresó, sin percatarse que él pollito estaba allí, entró a la cocina, vio los frutos rojos y dijo con voz grave:
Ya iba a comerte, gallina, porque tengo mucha hambre, pero voy a comerme estos frutos primero como aperitivo por que se ven deliciosos. ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! Y así lo hizo.
Luego, el lobo comenzó a preparar todo para cocinar a la pobre gallina. Mientras sacaba la olla donde iba a poner a hervir el agua, cayó profundamente dormido. En ese momento, Simón no perdió tiempo y corrió hacia él, buscó la llave entre su pelaje y con ella abrió el gran candado de la jaula que aprisionaba a su madre.
En ese momento, ambos se tomaron de las alas y querían salir corriendo de ese espantoso lugar, pero entonces Martha dijo:
— Este lobo tiene aterrorizada a la comunidad. Debemos hacer algo ahora que podemos, mientras está dormido.
Entonces, Martha como pudo, arrastró al lobo adentro de la jaula y lo dejó encerrado, utilizando el mismo candado con el que ella había sido prisionera. Además, aprovechó para dejarle una nota.
Martha y su hijo Simón salieron de la madriguera triunfantes y con una gran historia. Martha descubrió que su hijo es muy valiente e inteligente, y que al sobreprotegerlo estaba limitando sus capacidades de explorar y descubrir el mundo por sí mismo. Simón aprendió que no debe ser terco y rebelde, y que puede ser curioso sin ponerse en riesgo. Todo estaría bien ahora.
Cuando el lobo despertó, se percató de que estaba dentro de la jaula y leyó la nota que Martha había dejado para él. La nota decía:
Hola, señor lobo. Hemos decidido dejarlo aquí un par de días para que reflexione sobre el mal que ha hecho a esta comunidad de gallinas. Estará sin comida ni agua como castigo, así que cuando regrese, usted estará tan débil que no podrá atacarme. Pero recuerde, ese día le abriré la puerta para que pueda salir e irse de aquí lo más lejos que pueda y nunca vuelva. Tal vez no se merece una segunda oportunidad, pero yo se la voy a dar porque la vida me la dio a mí.
Moraleja:
La historia de Martha y Simón nos enseña que el valor, la inteligencia y la colaboración pueden superar incluso los desafíos más grandes. A través de la valentía de Simón y la sabiduría de Martha, aprendemos que es importante equilibrar la protección con la oportunidad de explorar y aprender. La sobreprotección puede limitar el crecimiento y la capacidad de enfrentar situaciones difíciles. Además, la confianza, la comprensión y la comunicación entre padres e hijos son fundamentales para superar obstáculos y lograr un cambio positivo. El perdón y la empatía, como se demuestra en la nota que Martha dejó al lobo, también son valores esenciales para dar segundas oportunidades y permitir la redención. En resumen, la historia nos recuerda la importancia de crecer, aprender y trabajar juntos para superar los desafíos de la vida.
Datos adicionales
Autor: Original de Mi libro de cuentos
Edades: Recomendo para mayores de 3 años
Valores principales: Valentía, amor y protección