Audio / Poscast de esta historia

Había una vez un niño llamado Pedro, que cada día cruzaba un puente para llegar a la escuela. Allí, en el comienzo del puente, siempre había una viejecita que temblaba de miedo, sin atreverse a cruzar por la fuerza del agua que pasaba por debajo.

Pedro, un niño bondadoso y lleno de amor, siempre le preguntaba si necesitaba ayuda para cruzar. Pero la viejecita siempre le respondía con un tembloroso “No, gracias, mi hijo. No quiero causarle problemas“.

Un día, Pedro decidió que tenía que hacer algo para ayudar a la viejecita. Así que, tomó su mochila y se acercó a ella. “¿Me permite ayudarla a cruzar, abuela?”, preguntó con amabilidad.

La viejecita se sorprendió al ver tanta amabilidad en un niño tan joven, pero aceptó agradecida. Pedro la tomó del brazo y comenzaron a cruzar el puente juntos mientras el le contaba historias sobre su familia, sus hermanos y sus perros para que la viejecita no sintiera miedo a pesar de la fuerte corriente. Pedro ayudó a la viejecita a dar cada paso con seguridad mientras sus palabras solo expresaban tranquilidad.

Finalmente, llegaron al otro lado del puente y la viejecita se transformó en un hada mágica. “Eres un niño muy valiente y bondadoso, Pedro“, dijo ella con dulzura. “Como recompensa por tu nobleza, te concederé un deseo“.

Pedro no podía creer lo que estaba escuchando. “¿Un deseo de verdad?”, preguntó con ilusión. “Sí, cualquier deseo que tengas“, respondió el hada.

Pedro pensó por un momento y decidió su deseo. “Me gustaría que todos los niños del mundo sean valientes y bondadosos”, dijo con una gran sonrisa en su rostro.

El hada sonrió con orgullo. “Has pedido un gran deseo, Pedro“, dijo ella. “Pero creo que lo mereces por tu amor y bondad. Tu deseo se hará realidad“.

Con un movimiento de su varita mágica, el hada desapareció y Pedro continuó su camino hacia la escuela, sintiéndose más feliz y orgulloso que nunca. Desde ese día en adelante, Pedro vio como todos los niños de su comunidad eran cada vez más valientes. Ellos no dejaban que sus temores o miedos les impidieran ayudar a los demás o incluso alcanzar sus sueños.


Moraleja:

La moraleja de esta historia es que la bondad y la valentía siempre deben ser nuestras compañeras de vida. Ayudar a los demás, especialmente a los mayores, nos hace crecer como personas y nos lleva a vivir en un mundo más amoroso y justo.

Datos adicionales

Autor: Original de Mi libro de cuentos
Edades: Recomendo a partir de 6 años
Valores principales: La valentía y la amabilidad