Imagen para colorear del El valiente tamborilero toca su tambor mágico

Dibujo para colorear

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El Tambor y la Princesa de la Montaña de Cristal

Al caer la tarde, cuando los últimos rayos del sol doraban las aguas del lago, un joven tambor regresaba de la guerra. Su uniforme estaba cubierto de polvo y su tambor colgaba cansado de su hombro. De pronto, entre los juncos de la orilla, divisó tres pequeñas prendas blancas, delicadas como alas de mariposa.

¡Qué prendas tan exquisitas! —murmuró, guardando una en su bolsillo sin sospechar el destino que lo aguardaba.

La Visita de Medianoche

Esa noche, mientras dormía en su humilde cama de paja, una voz suave como el murmullo del viento lo despertó:

¡Tambor, tambor, despierta!

Al abrir los ojos, vio una figura luminosa junto a su lecho. Era una joven de cabello plateado y ojos brillantes como estrellas.

Devuélveme mi camisa —suplicó—. Soy la hija de un poderoso rey, pero una bruja me tiene cautiva en la Montaña de Cristal. Sin mi camisa, no puedo volver con mis hermanas.

El joven, conmovido, le devolvió la prenda. Pero al ver su tristeza, declaró:
Te liberaré, aunque tenga que escalar la montaña más alta del mundo.

El Bosque de los Ogros

Al amanecer, el tambor emprendió su viaje hacia el Gran Bosque de los Ogros, donde los árboles susurraban secretos oscuros. Siguiendo las indicaciones de la princesa, golpeó su tambor con fuerza, despertando a un gigante de piel rugosa como la corteza de los árboles.

¡Pequeño insecto! ¿Quién te atreve a despertarme? —rugió el ogro, cuya voz retumbó como un trueno.

Con astucia, el joven fingió liderar un ejército invisible:
Si no me ayudas, mis mil soldados te reducirán a cenizas.

El ogro, asustado, lo cargó sobre su hombro y lo llevó a través del bosque. Tres gigantes lo transportaron: uno lo colocó en su botón enorme, otro en su sombrero gigante, y el último lo dejó al pie de la Montaña de Cristal, un imponente pico que brillaba bajo el sol.

Las Pruebas de la Bruja

En la cima, una cabaña de piedra albergaba a una anciana de nariz ganchuda y ojos rojos como brasas.

Si quieres mi ayuda, supera tres pruebas —dijo, entregándole un dedal de hierro—. Vacía el lago con esto y ordena sus peces.

El joven, desesperado, no sabía cómo cumplir tal tarea. Pero al mediodía, la princesa apareció con un cesto de frutas.

Descansa en mi regazo —susurró, girando un anillo mágico—. Yo me encargaré.

Al despertar, el lago estaba seco y los peces, perfectamente clasificados. Solo una trucha dorada yacía apartada.

¿Y este pez? —preguntó la bruja al anochecer.
¡Es para ti, vieja bruja! —gritó el joven, arrojándoselo a la cara.

Las siguientes pruebas —talar un bosque encantado y quemar su leña— se cumplieron de la misma manera, con la princesa usando su magia y el joven desafiando a la bruja. En la hoguera final, las llamas no lo quemaron, y al sacar el último leño, este se transformó en la princesa, ahora libre, vestida con un traje de seda y oro.

El Olvido y los Tres Vestidos

Antes de partir, la princesa advirtió al tamborilero:
No beses a tus padres en la mejilla derecha, o me olvidarás.

Pero al llegar a su hogar, tras tres años de ausencia (que en la montaña fueron solo tres días), la emoción lo traicionó. Abrazó a sus padres y los besó en ambas mejillas. En ese instante, su mente se nubló, y olvidó por completo a la princesa.

Pronto, sus padres le prometieron en matrimonio con la hija de un mercader. La princesa, desesperada, acudió a la boda con tres vestidos mágicos:

  1. Un vestido brillante como el sol, que usó para comprar una noche junto a su amado, pero él dormía profundamente.
  2. Un vestido plateado como la luna, que le dio otra noche inútil.
  3. Un vestido reluciente como las estrellas, su último intento.

Esa noche, el joven, que había evitado el vino narcotizado, oyó su canción:

“Tambor, tambor, ¿no recuerdas
la promesa en la montaña?
¿El lago, el fuego, la hazaña?
¿O el beso que borró tu alma?”

Y, de repente, recuperó la memoria.
¡Ay! —exclamó—. ¿Cómo pude actuar con tal deslealtad? El beso en la mejilla derecha me hizo olvidarlo todo.

Corrió hacia la princesa y la abrazó.
Esta es mi verdadera prometida —declaró ante sus padres.

La boda se celebró al amanecer, con música y alegría. La otra novia se quedó con los vestidos mágicos, pero nunca brillaron tanto como los ojos del tamborilero al recordar el amor que casi pierde


Moraleja:

El cuento de “El Tambor” nos enseña varias lecciones muy valiosas y emocionantes. Una de las más importantes es que la valentía no es solo no tener miedo, sino atreverse a hacer lo correcto y enfrentar los desafíos, incluso cuando parecen imposibles. El soldado de la historia no era un príncipe ni tenía grandes riquezas, pero era muy valiente y no se rindió ante los obstáculos.

También nos muestra el poder del ingenio y la inteligencia. El tambor no era mágico por sí mismo, sino que ayudaba al soldado porque él era astuto y sabía cómo usarlo para su beneficio. En lugar de fuerza bruta, usó su mente para resolver los problemas y engañar a la bruja. Esto nos enseña que pensar bien, ser observador y usar la inteligencia es tan importante, o a veces más, que ser fuerte.

Finalmente, el cuento nos habla de la perseverancia y el amor verdadero. El soldado no se detuvo ante nada para rescatar a la princesa, demostrando que si de verdad amas algo o a alguien, la dedicación y el esfuerzo te ayudarán a superar cualquier dificultad. Aunque el camino fue largo y peligroso, su determinación lo llevó al éxito y a la felicidad. Así que, recuerda: sé valiente, usa tu mente para encontrar soluciones y nunca te rindas por las cosas y personas que realmente importan en tu vida.

Datos adicionales

Autor: Jacob y Wilhelm Grimm (1857)
Edades: Recomendo a partir de 6+ años
Valores principales: Valentía, Ingenio, Perseverancia, Amor, Astucia, Determinación, Esperanza, Sacrificio, Compromiso, Lealtad.